En pleno siglo XXI, cuando los misiles hipersónicos y los cazas furtivos dominaban los titulares, una aeronave simple, lenta y barata irrumpió en el escenario bélico global. Se trata del Shahed-136, una munición merodeadora de origen iraní que, a pesar de su apariencia rudimentaria, ha demostrado ser capaz de alterar el equilibrio militar en conflictos como el de Ucrania. Su bajo coste, facilidad de producción y efectividad en masa lo han convertido en un caso de estudio para estrategas y gobiernos en todo el mundo.
Diseño y filosofía: simplicidad como arma
El Shahed-136 mide aproximadamente 3,5 metros de largo y 2,5 metros de envergadura. Su peso ronda los 200 kilos, con una ojiva frontal explosiva de entre 30 y 50 kilos. Está propulsado por un motor de pistón MADO-550, copia de un motor alemán Limbach, que mueve una hélice de madera en configuración de empuje. Su velocidad máxima no supera los 185 km/h, pero su alcance, estimado entre 1.800 y 2.500 km, lo sitúa en la categoría de misiles de crucero de bajo coste.
La clave de su diseño no es la sofisticación, sino la economía. Construido con materiales compuestos baratos como fibra de vidrio y resina fenólica, y con componentes electrónicos comerciales disponibles en el mercado, el Shahed-136 demuestra que la innovación militar también puede provenir de la austeridad. Su bajo precio unitario, calculado en torno a los 20.000-30.000 dólares, lo convierte en una amenaza difícil de contrarrestar: un misil interceptor que lo derribe puede costar veinte veces más.
El proceso de producción: de Irán a Rusia
En Irán, el Shahed-136 se fabrica en talleres medianos, sin necesidad de infraestructura aeroespacial avanzada. Los fuselajes se moldean en fibra de vidrio, las alas integran depósitos de combustible y la aviónica proviene de chips occidentales y asiáticos adquiridos en mercados paralelos. Esta facilidad de producción lo convierte en un arma “exportable” y altamente replicable.
Rusia, tras recibir los primeros lotes en 2022, dio un paso más: estableció su propia planta de ensamblaje en Tartaristán bajo el nombre Geran-2. Allí, con asesoría iraní, adaptó el diseño a sus necesidades, introduciendo fuselajes reforzados con fibra de carbono, receptores Glonass resistentes a interferencias y ojivas más potentes, incluyendo termobáricas y de fragmentación. El objetivo declarado es fabricar hasta 6.000 unidades anuales, garantizando un suministro sostenido en el frente ucraniano.
El efecto estratégico: saturación y asimetría
El Shahed-136 no busca precisión quirúrgica ni atacar objetivos móviles. Su valor radica en la saturación. Lotes de diez o veinte drones lanzados simultáneamente fuerzan a las defensas enemigas a gastar misiles antiaéreos caros o exponer sus sistemas de corto alcance. Incluso si el 90% es derribado, el costo de defensa supera al de ataque, y basta con que uno impacte para generar daños estratégicos en infraestructuras críticas.
Este desequilibrio ha obligado a Ucrania y sus aliados a replantear sus doctrinas defensivas. Cańones antiaéreos de la era soviética, ametralladoras pesadas con sensores modernos y sistemas de guerra electrónica han vuelto a cobrar protagonismo, demostrando que la amenaza de lo barato y masivo no puede enfrentarse solo con soluciones de alta gama.
Variantes y evolución del Shahed
Irán ya trabaja en versiones mejoradas. El Shahed-136B promete un alcance de hasta 4.000 km, con diseño más furtivo y posible propulsión turbohélice. El Shahed-238, por su parte, incorpora un motor jet y una cámara frontal, aumentando su velocidad y precisión terminal. Ambos modelos buscan mantener la ventaja asimétrica frente a defensas cada vez más sofisticadas.
La proliferación es otro factor crítico. China presentó en 2023 el Girasol 200, un clon casi idéntico, confirmando que la tecnología del Shahed es fácilmente replicable y tiene potencial de expandirse a otros mercados. Este fenómeno podría desencadenar una nueva carrera armamentista global centrada en municiones baratas y desechables.
Comparativa con otras municiones merodeadoras
Frente a drones tácticos como el Lancet-3 ruso o el Switchblade estadounidense, el Shahed-136 ocupa un nicho único: es más grande, con mayor alcance y carga explosiva, pero menos sofisticado. Mientras los primeros buscan precisión en el campo de batalla, el Shahed se centra en impacto estratégico a gran distancia. Su papel no es reemplazar a las municiones guiadas de alta gama, sino complementarlas como herramienta de desgaste económico y psicológico.
Europa y la respuesta necesaria
La experiencia en Ucrania ha encendido las alarmas en Europa. Fabricantes como MBDA ya estudian cómo producir municiones kamikaze de bajo coste a gran escala, inspiradas en el modelo Shahed. El objetivo es doble: tener capacidad ofensiva de saturación y, al mismo tiempo, desarrollar defensas más baratas y eficaces contra enjambres de drones. La carrera no es tecnológica, sino económica: quién logra desequilibrar la balanza entre coste de ataque y coste de defensa.
Conclusión
El Shahed-136 es mucho más que un dron kamikaze. Es el símbolo de un cambio en la guerra moderna: la entrada en una era donde lo simple y barato puede desafiar a lo sofisticado y caro. Irán y Rusia han demostrado que la asimetría de costes puede ser un arma tan poderosa como la precisión o la velocidad. Europa y el resto del mundo se enfrentan ahora a un desafío crucial: ¿cómo defenderse de una amenaza que no busca la perfección, sino la saturación? La respuesta definirá el futuro de los conflictos en las próximas décadas.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Qué es el Shahed-136?
El Shahed-136 es un dron kamikaze iraní de bajo coste, diseñado para atacar objetivos fijos a larga distancia. Se le considera una munición merodeadora y ha sido ampliamente usado en Ucrania bajo el nombre Geran-2.
¿Cuál es el alcance del Shahed-136?
El Shahed-136 puede volar entre 1.800 y 2.500 kilómetros, dependiendo de la carga y condiciones de vuelo. Versiones más modernas, como el Shahed-136B, prometen hasta 4.000 kilómetros de alcance.
¿Qué tipo de carga explosiva utiliza?
Este dron porta una ojiva de entre 30 y 50 kilos de explosivo. Algunas versiones rusas han adaptado ojivas más pesadas, de hasta 90 kilos, con variaciones termobáricas y de fragmentación.
¿Cómo se lanza un Shahed-136?
Se lanza desde un riel montado en vehículos mediante un cohete auxiliar. Tras unos segundos, el motor de pistón se enciende y mantiene el vuelo hasta el objetivo.
¿Por qué es considerado tan peligroso?
Su bajo coste, de alrededor de 20.000 dólares, permite producirlos en masa. Esto los convierte en un arma ideal para saturar defensas aéreas, obligando a gastar interceptores mucho más caros.
¿Qué diferencia hay entre el Shahed-131 y el Shahed-136?
El Shahed-131 es una versión más pequeña, con menor alcance (unos 900 km) y una ojiva de 15 a 20 kilos. El Shahed-136 es más grande, con mayor alcance y potencia destructiva.
¿Cómo se defiende un país contra los Shahed-136?
Las defensas incluyen cañones antiaéreos, ametralladoras pesadas, drones interceptores y sistemas de guerra electrónica que interfieren las señales GPS. Sin embargo, cuando se lanzan en enjambres, neutralizarlos es un gran desafío.
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